viernes, 2 de octubre de 2015

Las Razas con Tercer Ojo


         
El asunto  es tan extraño, las sendas que se siguen son tan intrincadas, están tan llenas de trampas peligrosas preparadas por las teorías y la crítica adversas, que hay que presentar buenas razones a cada paso que se da. A la vez que lanzamos la luz proyectora del esoterismo, sobre casi cada pulgada del terreno Oculto por el cual hemos pasado, tenemos también que emplear su lente para poner aún más de relieve las regiones exploradas por la ciencia exacta; y esto no sólo para contrastar las dos, sino también para defender nuestra posición.
            
Puede que algunos se quejen de que se dice muy poco del aspecto físico humano de las razas extinguidas en la historia de su desarrollo y evolución. Mucho más pudiera seguramente decirse si la simple prudencia no nos hiciese vacilar en el principio mismo de toda nueva revelación. Todo lo que presente probabilidades y jalones dentro de los descubrimientos de la Ciencia Moderna, se da; todo lo que el conocimiento exacto ignora y sobre lo cual no puede especular, y que, por tanto, negaría como un hecho en la Naturaleza, se reserva.
            
Pero aun declaraciones tales, como por ejemplo, las de que entre todos los mamíferos el hombre fue el primero en aparecer, que el hombre es el antecesor indirecto del mono, y que fue una especie de Cíclope en los tiempos primitivos, todo esto será rechazado; y, sin embargo, los hombres científicos nunca podrán probar, excepto para su propia satisfacción, que no sucedió así. No pueden tampoco admitir que las dos primeras Razas de hombres fuesen demasiado etéreas, y semejantes a fantasmas en su constitución, en su organismo y hasta en su forma, para ser llamadas de hombres físicos. Si lo hiciesen, se vería que ésta es una de las razones por qué sus reliquias no podrán jamás ser exhumadas entre otros fósiles. Sin embargo, todo esto lo sostenemos. El hombre fue el depósito, por decirlo así, de todas las semillas de vida en esta Ronda, lo mismo animal que vegetal. Así como Ain Soph es “Uno, a pesar de las formas innumerables que están en él, así el hombre es, en la Tierra, el microcosmo del macrocosmo.
            
Tan pronto como apareció el hombre, todo se completó... pues todo se halla comprendido en el hombre. Él reúne en sí mismo todas las formas.
            
El misterio del hombre terrestre viene después del misterio del Hombre Celeste.
             
La forma humana -llamada así por ser el vehículo (cualquiera que sea su configuración) del Hombre divino- es, como lo observó tan intuitivamente el autor de los “Estudios Esotéricos”, el nuevo tipo, al principio de cada Ronda.
             
El hombre no puede nunca estar manifestado, como nunca lo estuvo, en una forma perteneciente al reino animal in esse, es decir, nunca ha formado parte de ese reino. Derivada, sólo derivada de la clase más perfecta de este último, una nueva forma humana tiene que haber sido siempre el nuevo tipo del ciclo. La forma humana de un anillo (?), según imagino, se convierte en vestido desechado en el próximo; y entonces pasa a ser propiedad de la clase más elevada en el reino inmediatamente inferior.
             
Si la idea significa lo que creemos -pues los “anillos” mencionados hacen el asunto algo confuso- entonces es la Enseñanza Esotérica correcta. El Hombre -el Astral o el “Alma”, pues el Zohar, repitiendo la Enseñanza Arcaica, dice claramente que “el hombre real es el alma, y que su constitución material no forma parte de ella-, habiendo aparecido desde el principio mismo, y a la cabeza de la vida senciente y consciente, se convirtió en la Unidad animal viviente, cuyas “desechadas vestiduras” determinaron la forma de todas las vidas y animales en esta Ronda.
           
  Así “creó” él, inconscientemente, durante edades, los insectos, reptiles, aves y animales, procedentes de sus restos y de las reliquias de la Tercera y Cuarta Rondas. Esta misma idea y enseñanza se expresan con igual claridad en el Vendidâd de los Mazdeístas, así como en la alegoría mosaica y caldea del Arca, todas las cuales son las muchas versiones nacionales de la leyenda original que se da en las Escrituras indas. Encuéntrase en la alegoría del Manu Vaivasvata y su Arca con los Siete Rishis, a cada uno de los cuales se le presenta como Padre y Progenitor de especies animales, de reptiles y hasta de monstruos, así como en el Vishnu y otros Purânas. Ábrase el Vendidâd Mazdeísta, y léase la orden de Ahura Mazda a Yima, un Espíritu de la Tierra que simboliza a las tres Razas, después de decirle que construya un Vara, “un cercado”, un Argha o Vehículo.
             
Allí (dentro del Vara) llevarás las semillas de hombres y mujeres, de las clases grandes, mejores y más refinadas de esta tierra; allí llevarás las semillas de toda especie de ganado, etc.... Todas estas semillas traerán, dos de cada especie, para conservarlas allí perdurablemente, durante el tiempo que aquellos hombres permanezcan en el Vara.
             
Aquellos “hombres” encerrados en el “Vara” son los “Progenitores”, los Hombres Celestes o Dhyânis, los Egos futuros encargados de animar a la humanidad. Pues el Vara o Arca, o sea el Vehículo, significa sencillamente el Hombre.
            
Sellarás el Vara (después de llenarlo con las semillas) y harás una puerta, y una ventana que alumbre al interior (la cual es el Alma).
             
Y cuando Yima pregunta a Ahura Mazda lo que tenía que hacer para construir aquel Vara, se le contesta:
Desmenuza la tierra... y amásala con tus manos, como hace el alfarero cuando amasa la arcilla.
             
El Dios egipcio de cabeza de morueco hace al hombre de barro en una rueda de alfarero, y así también en el Génesis los Elohim lo construyen del mismo material.
            
Cuando se sigue preguntando al “Hacedor del mundo material”, Ahura Mazda, qué es lo que dará la luz “al Vara que Yima hizo”, contesta que:
            
Hay luces increadas y luces creadas. Allí (en Airyana Vacéjó, donde el Vara es construido), las estrellas, la luna y el sol sólo se ven una vez (al año) salir y ponerse, y un año parece solamente un día (y una noche).
             
Ésta es una clara referencia a la “Tierra de los Dioses”, o las (ahora) Regiones Polares. Además, contiene este versículo otra alusión, una indicación clara a las “luces increadas” que iluminan al hombre interno: a sus “principios”. De otro modo, ningún sentido ni razón podría encontrarse en la contestación de Ahura Mazda, a la que siguen inmediatamente estas palabras:
             
Cada catorce años, a cada pareja (hermafrodita) nacen dos: un macho y una hembra.
             
Esto último es un eco claro de la Doctrina Secreta, de una Estancia que dice:            

A la conclusión de cada cuarenta Soles (anuales), al final de cada catorce Días, el doble se convierte en cuatro; macho y hembra en uno, en el primero y segundo y el tercero...            

Esto es claro, puesto que cada “Sol” significaba todo un año, el cual se componía entonces de un Día, así como en el Círculo Ártico se compone ahora de seis meses. Según la enseñanza antigua, el eje de la Tierra cambia gradualmente su inclinación con la eclíptica, y en el período a que esto se refiere, era tal la inclinación, que un día polar duraba  todo el período de la revolución de la tierra alrededor del Sol, mediando una especie de crepúsculo de muy poca duración; después del cual, la tierra polar volvía a tomar su posición directamente bajo los rayos del Sol. Esto puede ser contrario a la Astronomía según se enseña y se comprende ahora; pero ¿quién puede decir que no ocurriesen, hace millones de años, cambios en el movimiento de la Tierra que no ocurren actualmente?
            
Volviendo de nuevo a la declaración de que el VARA significaba el HOMBRE de la Cuarta Ronda, así como la Tierra de aquellos tiempos, la Luna, y hasta el Arca de Noé, si así se quiere; esto se demuestra de nuevo en el diálogo entre Ahura Mazda y Zarathushtra. Así, cuando este último pregunta:

            
¡Oh Hacedor del mundo material, tú Único Santo! ¿Quién fue el que puso la ley de Mazda dentro del Vara que Yima hizo?
            
Ahura Mazda contesta: “Fue el ave Karshipta, ¡oh Santo Sarathushtra!”.
            
Y la nota explica:
            
El ave Karshipta mora en los cielos; si viviese en la tierra, sería reina de las aves. Ella puso la ley dentro del Vara de Yima, y recita el Avesta, en el lenguaje de las aves.
             
Ésta es también una alegoría y un símbolo que sólo han interpretado mal los orientalistas, quienes ven en este pájaro “una encarnación del relámpago”, y dicen que su canto “se creía muchas veces que era el lenguaje de un dios y una revelación”, y no sabemos qué más. Karshipta es el “Alma-Mente” humana, y la deidad de la misma, simbolizada en el antiguo Magismo por un ave, así como los griegos la simbolizaban por una mariposa. Tan pronto como Karshipta penetró en el Vara u hombre, él comprendió la ley de Mazda, o la Sabiduría Divina. En el “Libro del Misterio Oculto” se dice del Árbol, que es el Árbol del conocimiento del bien y del mal:

En sus ramas moran las aves y construyen sus nidos (las almas y los ángeles tienen su sitio).

            
Por eso los kabalistas tenían un símbolo semejante. “Ave” era un sinónimo y símbolo caldeo, convertido en hebreo, de Ángel, de un Alma, un espíritu o un Deva, y el “Nido del Ave” era para ambos el Cielo, y en el Zohar el Seño de Dios. El Mesías perfecto entra en el Edén, “en el lugar que se llama el Nido del Ave”.
           
“Como un ave que vuela desde su nido”, y esa es el Alma, de la cual She’khin-ah (la sabiduría divina o gracia) no se aparta.
            
El Nido del Ave Eterna, el revoloteo de cuyas olas produce la Vida, es el Espacio sin límites

-dice el Comentario, indicando a Hamsa, el ave de la Sabiduría.
            
Adam Kadmon es el árbol de los Sephiroth, y el que se convierte en el “árbol del conocimiento del bien y del mal” esotéricamente. Y ese “árbol tiene a su alrededor siete columnas (siete pilares) del mundo, o Rectores (de nuevo los mismos Progenitores o Sephiroth), operando por medio de los órdenes respectivos de Ángeles, en las esferas de los siete planetas”, etc., uno de cuyos órdenes procrea Gigantes (Nephilim) sobre la Tierra.
            
Era creencia de toda la antigüedad, pagana y cristiana, que la humanidad primitiva fue una raza de gigantes. En ciertas excavaciones hechas en América (en terraplenes y en cuevas) se han encontrado ya, en casos aislados, grupos de esqueletos de nueve y de doce pies de alto . Estos pertenecen a tribus de la Quinta Raza primitiva, degenerada ahora hasta el tamaño de cinco y seis pies. Pero podemos creer sin dificultad que los Titanes y Cíclopes de antaño pertenecían realmente a la Cuarta Raza (Atlante), y que todas las leyendas y alegorías posteriores que se encuentran en los Purânas indos y en los poemas griegos de Hesiodo y de Homero se basaban en nebulosas reminiscencias de Titanes verdaderos (hombres de un poder físico sobrehumano tremendo, que les permitía defenderse y tener a raya a los monstruos gigantescos de los tiempos primitivos mesozoicos y cenozoicos) y de Cíclopes reales, mortales de “tres ojos”.
            
Se ha notado muchas veces por escritores observadores que el “origen de casi todos los mitos y leyendas populares pueda invariablemente encontrarse en un hecho de la Naturaleza”.
            
En estas creaciones fantásticas, de un subjetivismo exuberante, existe siempre un elemento de lo objetivo y real. La imaginación de las masas, por desordenada y mal dirigida que sea, no hubiera podido nunca concebir ni fabricar ex nihilo tantas figuras monstruosas, semejante masa de historias extraordinarias, si no hubiese tenido, como núcleo central, esas reminiscencias flotantes, oscuras y vagas que unen los eslabones rotos de la cadena del tiempo para formar con ellos el fundamento soñado, misterioso de nuestra conciencia colectiva.
            
La evidencia de los Cíclopes -raza de Gigantes- se señalará en las Secciones siguientes en los restos Ciclópeos, llamados así hasta hoy día. La Ciencia nos suministra también la indicación de que la Cuarta Raza primitiva -durante su evolución y antes del ajustamiento final del organismo humano, que se hizo perfecto y simétrico sólo en la Quinta Raza- pudo haber tenido tres ojos sin tener necesariamente un tercer ojo en medio de la frente, como los Cíclopes legendarios.
            
Para los Ocultistas, que creen que la involución espiritual y psíquica procede en líneas paralelas con la evolución física -o sea que los sentidos internos, innatos en las primeras razas humanas, se atrofiaron durante el desarrollo de la raza y el desenvolvimiento material de los sentidos externos-, para los estudiantes de la simbología Esotérica, la declaración anterior no es una conjetura o una posibilidad, sino simplemente una fase de la ley de desarrollo, un hecho probado, en una palabra. Ellos comprenden el sentido del pasaje de los Comentarios, que dice:
            
En aquellos primitivos tiempos de los machos-hembras (hermafroditas), había criaturas humanas con cuatro brazos; con una cabeza, pero con tres ojos. Podían ver por delante y por detrás. Un Kalpa más tarde (después de la separación de los sexos) habiendo caído los hombres en la materia, su visión espiritual se nubló; y, a la par, el Tercer Ojo principió a perder su poder... Cuando la Cuarta (Raza) llegó a la mitad de su carrera, la Visión Interna tuvo que ser despertada y adquirida por estimulantes artificiales, cuyo procedimiento conocían los antiguos Sabios.... Del mismo modo el Tercer Ojo, petrificándose gradualmente pronto desapareció. Los de dos caras se convirtieron en los de una cara, y el ojo se hundió profundamente en la cabeza y se halla ahora enterrado bajo el cabello. Durante la actividad del hombre Interno (durante el trance y la visión espiritual) el ojo se hincha y se dilata. El Arhat lo ve y lo siente, y por consecuencia regula su acción... El Lanú puro (Discípulo, Chela) no debe temer peligro alguno; el que no se conserva puro (que no es casto) no recibirá ayuda del “Ojo Deva”.
            
Desgraciadamente no. El “Ojo Deva” no existe ya para la mayoría de la humanidad. El Tercer Ojo está muerto y no funciona, pero ha dejado tras sí un testigo de su existencia. Este testigo es ahora la GLÁNDULA PINEAL. En cuanto a los hombres de “cuatro brazos”, son los que sirvieron de prototipos para los Dioses indos de cuatro brazos, según se ha indicado en una nota anterior.


            
Tan grande es el misterio del ojo humano, que algunos hombres de ciencia han tenido que recurrir a las explicaciones Ocultas en sus vanos esfuerzos para encontrar la razón y explicar todas las dificultades que rodean su acción. El desarrollo del ojo humano prueba más la Antropología Oculta que la de los fisiólogos materialistas. “Los ojos del embrión humano crecen desde adentro afuera -procediendo del cerebro en lugar de ser parte de la piel, como en los insectos y en el pez jibia-. El profesor Lankester, pensando que el cerebro era un sitio muy raro para el ojo, y tratando de explicar el fenómeno por el método darwiniano, sugiere la curiosa opinión de que “nuestro” primer antecesor vertebrado era un ser “transparente”, y de aquí que no importase en dónde tuviera el ojo. Así, pues, se nos enseña que el hombre fue en un tiempo un “ser transparente”, y, por tanto, nuestra teoría se sostiene firme. Pero ¿cómo se armoniza la hipótesis de Lankester con la opinión haeckeliana, de que el ojo del vertebrado se originó por cambios en la epidermis? Si partió de adentro, la última teoría va al cesto de lo inútil. Esto parece probado por la embriología. Por otra parte, la indicación extraordinaria del profesor Lankester (¿o diremos admisión?) se hace probablemente necesaria a causa de exigencias evolucionistas. La enseñanza que presenta el Ocultismo del desarrollo gradual de los sentidos desde dentro afuera”, procedentes de prototipos astrales, es mucho más satisfactoria. El Tercer Ojo se retiró al interior cuando concluyó su curso: otro punto en favor del Ocultismo.
            
La expresión alegórica de los indos místicos que hablan del “Ojo de Shiva”, el Tri-lochana, o “tres-ojos”, recibe de este modo su justificación y razón de ser; siendo la transferencia de la glándula pineal (que fue ese Tercer Ojo) a la frente, una licencia exotérica. Esto arroja también luz en el misterio, incomprensible para algunos, de la relación entre la Videncia anormal, o espiritual, y la pureza fisiológica del Vidente. Muchas veces se hace la siguiente pregunta: ¿Por qué el celibato y la castidad son condición sine qua non del Chelado regular o del desarrollo de poderes psíquicos y ocultos? La respuesta se halla en el Comentario. Cuando se nos dice que el Tercer Ojo fue un día órgano fisiológico, y que más tarde, debido a la desaparición gradual de la espiritualidad y al aumento de la materialidad, extinguiendo la naturaleza física a la espiritual, se convirtió en un órgano atrofiado, tan poco comprendido ahora por los fisiólogos como el bazo; cuando llegamos a saber esto, la relación se hace evidente. Durante la vida humana, el mayor obstáculo para el desarrollo espiritual, y especialmente para la adquisición de los poderes Yoga, es la actividad de nuestros sentidos fisiológicos. Estando de igual modo la acción sexual estrechamente relacionada, por interacción, con la médula espinal y la materia gris del cerebro, es inútil entrar en más explicaciones. Por supuesto, el estado normal y anormal del cerebro, y el grado de actividad en la médula oblongada, reacciona poderosamente sobre la glándula pineal, pues debido al número de “centros” de esa región, que gobiernan la gran mayoría de las funciones fisiológicas de la economía animal, y debido también a la estrecha e íntima proximidad de las dos, la médula oblongada tiene que ejercer una acción “inductiva”, muy poderosa, sobre la glándula pineal.
            
Todo esto es muy claro para el Ocultista, pero es muy vago para los lectores en general. A estos últimos se les debe mostrar la posibilidad de un hombre de tres ojos en la naturaleza, en aquellas épocas en que su formación estaba todavía en un estado relativamente caótico. Esta posibilidad puede inferirse por los conocimientos anatómicos y zoológicos, en primer término, y luego puede apoyarse en las presunciones de la misma Ciencia materialista.
            
Se asegura, por la autoridad de la Ciencia, y por demostraciones que por esta vez no son una mera ficción de las especulaciones teóricas, que muchos animales (especialmente entre las órdenes inferiores de los vertebrados) tienen un tercer ojo, hoy atrofiado, pero que necesariamente debió ser activo en su origen. La especie Hatteria, lagarto del orden Lacertilia, recientemente descubierto en Nueva Zelanda (la cual, nótese bien, es una parte de la antigua Lemuria, según la llaman) presenta esta particularidad de una manera extraordinaria; y no sólo el Hatteria punctata, sino también el camaleón, y ciertos reptiles, y hasta peces. Se creyó en un principio que esto no era más que la prolongación del cerebro que terminaba con una pequeña protuberancia, llamada epífisis, como un pequeño hueso que esté separado del hueso principal por un cartílago, y que se encuentra en todos los animales. Pronto se vio que es más que esto. Según demostró su desarrollo y estructura anatómica, ofrecía tal analogía con la del ojo, que no fue posible ver otra cosa. Hay paleontólogos que aun hoy están convencidos de que este Tercer Ojo funcionó originalmente, y sin duda tienen razón. Pues he aquí lo que se dice de la Glándula Pineal en la Anatomía de Quain:
             
De esta parte, que constituye primeramente la totalidad, y más tarde la parte posterior de la primitiva vesícula encefálica anterior, es de donde se desarrollan en el primer período las vesículas ópticas; y la parte anterior es aquella en relación con la cual se forman los hemisferios cerebrales y las partes adyacentes. El tálamo óptico de cada lado es formado por un engrosamiento lateral del tabique medular, mientras que el intervalo que existe entre uno y otro, descendiendo hacia la base, constituye la cavidad del tercer ventrículo con su prolongación en el infundíbulo. La comisura gris se extiende luego a través de la cavidad ventricular... La parte posterior de la bóveda se desarrolla mediante un proceso especial que se observa después dentro de la glándula pineal, que permanece unida en cada lado por sus pedúnculos al tálamo, y detrás de estos se forma una faja transversal a modo de comisura posterior.
           
  La lámina terminal (lámina cinerea) se prolonga hasta cerrar por delante el tercer ventrículo; debajo de ella, la comisura óptica forma el suelo del ventrículo, y más hacia atrás el infundíbulo desciende a unirse en la silla turca con el tejido adjunto al lóbulo posterior del cuerpo pituitario.
            
Los dos tálamos ópticos formados de la parte posterior y externa de la vesícula anterior consisten al principio en un simple saco hueco de materia nerviosa, cuya cavidad comunica en cada lado por delante con la de los incipientes hemisferios cerebrales, y por detrás con la de la vesícula cefálica media (cuerpos cuadrigéminos). Poco después, sin embargo, mediante un progresivo depósito que se forma en su interior, por atrás, por abajo y por los lados, los tálamos se solidifican, y al mismo tiempo aparece entre ellos una hendidura o fisura que penetra hasta la cavidad interna, y continúa abierta en la parte de atrás opuesta a la entrada del acueducto de Sylvio. 

Esta fisura o grieta es el tercer ventrículo. Por detrás, los dos tálamos continúan unidos por la comisura posterior, que empieza a ser visible hacia el fin del tercer mes, y además por los pedúnculos de la glándula pineal.
            
Al principio, los hacecillos ópticos pueden reconocerse como huecas prolongaciones de la parte externa de la pared de los tálamos, mientras son todavía vesiculares. Hacia el cuarto mes estos hacecillos están ya distintamente formados. Más tarde se prolongan hacia atrás en relación con los cuerpos cuadrigéminos.
            
La formación de la glándula pineal y del cuerpo pituitario presenta algunos fenómenos de lo más inteesante, relacionados con el desarrollo del thalamencephalon.
             
expuesto ofrece un interés muy especial cuando se tiene en cuenta que, a no ser por el desarrollo de la parte posterior de los dos hemisferios cerebrales, la glándula pineal sería perfectamente visible al separar los huesos parietales. También es muy interesante observar la evidente relación que puede trazarse entre el primitivamente hueco haz óptico y los ojos por delante y la glándula pineal y sus pedúnculos por detrás; y entre todos ellos y los tálamos ópticos. Así es que los recientes descubrimientos relativos al tercer ojo de la Hatteria punctata tienen un valor importantísimo para la historia del desarrollo de los sentidos humanos, y para los asertos Ocultos del texto.
            
Es bien sabido que Descartes vio en la glándula pineal la Sede del Alma, aunque esto se considera ahora como una ficción para los que han cesado de creer en la existencia de un principio inmortal en el hombre. Aun cuando el Alma está unida a todas las partes del cuerpo, decía él que hay una parte especial del mismo en la cual ejercía el Alma sus funciones más especialmente que en ninguna otra; y como ni el corazón ni aun el cerebro podían ser esta localidad “especial”, dedujo en conclusión que ésta era aquella pequeña glándula unida al cerebro, y que, sin embargo, tenía una acción independiente del mismo, puesto que podía ponerse en una especie de movimiento oscilatorio “por los espíritus animales  que cruzan en todos los sentidos las cavidades del cráneo”.
            
Por más anticientífico que esto parezca en nuestros días de ciencia exacta, Descartes estaba, sin embargo, mucho más cerca de la verdad Oculta que cualquier Haeckel. Pues la glándula pineal está, como se ha indicado, mucho más relacionada con el Alma y el Espíritu, que con los sentidos fisiológicos del hombre. Si los hombres científicos de más nota tuviesen una vislumbre del procedimiento verdadero empleado por el Impulso Evolucionario, y del curso cíclico espiral de esta gran Ley, sabrían en lugar de conjeturar, y estarían seguros de las futuras transformaciones físicas que aguardan a la especie humana por el conocimiento de sus formas pasadas. Entonces verían ellos la falsedad y el absurdo de su moderna “fuerza ciega”, y procesos “mecánicos” de la naturaleza; y, como consecuencia de tales conocimientos, se harían cargo de que la glándula pineal, por ejemplo, tenía que estar inutilizada para uso físico, en este período de nuestro ciclo. Si el “ojo” singular está atrofiado ahora en el hombre, es una prueba de que, lo mismo que en el animal inferior, ha estado una vez activo; pues la naturaleza jamás crea la forma más pequeña e insignificante, sin que tenga un objeto definido o algún uso. Fue un órgano activo, decimos, en aquel estado de la evolución, en que el elemento espiritual en el hombre reinaba supremo sobre los apenas nacientes elementos intelectuales y psíquicos. Y cuando el Ciclo siguió su curso, descendiendo hacia aquel punto en que los sentidos fisiológicos se desarrollaron con el desenvolvimiento y consolidación del hombre físico, marchando pari passu con él -vicisitudes y tribulaciones complejas e interminables del desarrollo zoológico-, este “ojo” medio se atrofió por fin, juntamente con las características primeras espirituales y puramente psíquicas del hombre. Los ojos son el espejo, así como las ventanas del Alma, dice la sabiduría popular, y vox populi vox Dei.
            
Al principio, todas las clases y familias de las especies vivientes eran hermafroditas y objetivamente de un solo ojo. En el Animal -cuya forma era tan etérea (astralmente) como la del hombre, antes que los cuerpos de ambos principiasen a desenvolver sus “vestidos de piel”, esto es, a desenvolver desde adentro afuera el denso revestimiento de substancia física o materia con su mecanismo fisiológico-, el Tercer Ojo era, primitivamene, lo mismo que en el hombre, el único órgano visual. Los dos ojos físicos frontales sólo se desarrollaron  más tarde, tanto en el bruto como en el hombre, cuyo órgano visual físico estaba al principio de la Tercera Raza en la misma posición que el de algunos de los vertebrados ciegos en nuestros días, o sea debajo de una piel opaca. Solamente que las etapas de desarrollo del ojo singular o primitivo, tanto en el hombre como en el animal, están ahora invertidas; pues el primero pasó ya por el estado no racional en la Tercera Ronda, y se encuentra más avanzado que el bruto en todo un plano de conciencia. Por lo tanto, al paso que el ojo ciclópeo era y es aún en el hombre el órgano de la visión espiritual, en el animal fue el de la visión objetiva; y este ojo, habiendo cumplido su misión, fue reemplazado en el curso de la evolución física de lo simple a lo complejo, por dos ojos, y de este modo fue puesto a un lado y conservado por la naturaleza para posterior uso en futuros evos.
            
Esto explica por qué la Glándula Pineal alcanzó su mayor desarrollo proporcionalmente al menor desenvolvimiento físico. En los vertebrados es en donde es más prominente y objetivo, mientras que en el hombre se encuentra cuidadosamente oculto e inaccesible, excepto para el anatómico. No por ello, sin embargo, es menor la luz que esto arroja sobre el porvenir físico, intelectual y espiritual de la humanidad, en períodos correspondientes en líneas paralelas con otros períodos pasados, y siempre en líneas de desenvolvimiento y evolución cíclica, descendente y ascendente. así, unos cuantos siglos antes del Kali Yuga -la edad que principió hace cerca de 5.000 años-, se dijo en el Comentario Veinte, parafraseando de un modo comprensible:

            
Nosotros (La Quinta Raza-Raíz), desde nuestra primera mitad (de duración) en adelante (en el hoy arco ascendente del Ciclo), estamos en el punto medio de (o entre) la Primera y Segunda Razas, cuando caían hacia abajo (esto es, las Razas estaban entonces en el arco descendente del Ciclo)... Calcula por ti mismo, Lanú, y ve. 

H.P. Blavatsky D.S T III

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